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La Catedral de Montevideo, Uruguay

La Catedral  de Montevideo, Uruguay Publicado el 22 de julio de 2004 en las PUblicaciones de Crazyman

La Catedral se encuentra en la Ciudad Vieja. No es un templo gigantesco, pero sí muy acogedor. La actividad en la plaza frente a la iglesia es continua desde temprano en la mañana hasta el atardecer.
El entonces obispo de Buenos Aires, con jurisdicción también sobre la Banda Oriental, consagraba el templo que, con los años, sería declarado Basílica, en mérito a su grandiosidad y valor artístico. Al crearse la Diócesis de Montevideo, primera del Uruguay y que abarcaba todo el territorio de la República, fuera elegida como Catedral y se convirtiera en Metropolitana y Primada al elevarse Montevideo a Arquidiócesis.
Pero volvamos atrás. Cuando, a instancias del rey Felipe V, Bruno Mauricio de Zabala comienza la obra de fortificación del puerto de Montevideo, confía la obra a un grupo de entre mil y dos mil indios tapes de las misiones, que acompañados por dos sacerdotes jesuitas emprenden la tarea. Prácticamente con los primeros muros, y tal vez antes que ellos, se edificó una muy pequeña capilla de paredes de piedra, ubicada en la esquina de las calles llamadas hoy Piedras y Zabala. En su retablo estaba la imagen de la Inmaculada Concepción de María, o como la llamaban entonces "la Pura y Limpia Concepción de María". Esa imagen se conserva hasta hoy y desde 1953 se la llama «Nuestra Señora de la Fundación» en atención a su presencia en los inicios de la ciudad. Los católicos la veneran en la Capilla del Santísimo de la Catedral, y todos los montevideanos pueden visitarla como reliquia, la más insigne, de nuestros orígenes ciudadanos y nacionales.
Con la llegada de los primeros pobladores se decidió una ampliación de la capilla que consistió en el aditamento de un galpón de madera y cuero, que hiciera más hábil a la misma hasta que se levantara "iglesia decente donde está delineada en la Plaza Mayor".
En 1740, en la actual ubicación, hoy Ituzaingó y Sarandí, se inauguró un templo de paredes de ladrillo y techo, en principio, de paja sobre tirantes de madera. Fue levantado con el esfuerzo y trabajo de los pobladores, y cuando parecía que la obra debía detenerse por falta de fondos, Francisco de Alzáibar ofreció el dinero necesario para terminarla. Este edificio pecaba de debilidad. Ya en 1764 comenzaba a amenazar con venirse abajo, y finalmente el 12 de junio de 1788 se desplomó. Las autoridades decidieron que, provisoriamente, funcionara como Matriz la capilla de los jesuitas, que estaba vacía desde la expulsión de los mismos, en la actual esquina de Rincón e Ituzaingó.
El 20 de noviembre de 1790 se colocó la Piedra Fundamental de nuestra Iglesia Matriz. Llevarla adelante exigió enormes sacrificios a los montevideanos. Todos se comprometieron en la obra, con trabajo manual y con dinero.

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